
LEYENDA DE LA FLOR DE LOTO
"Tienes que ser como la flor de loto. No permitas que cualquier negatividad o la fealdad en tu entorno destruya tu confianza, que afecte tu crecimiento o que te haga dudar de ti mismo"
Un día, al margen de una tranquilo lago solitario, a cuya orilla se alzaban frondosos árboles con perfumadas flores de mil colores y cientos de nidos de donde aves canoras cantaban, se encontraron 4 elementos hermanos: el fuego, el aire, el agua y la tierra.
-cuanto tiempo sin vernos, dijo el fuego lleno de entusiasmo, como es de su naturaleza (raramente tenían tiempo para encontrarse, pues estaban todos muy ocupados en sus oficios)
Es cierto, dijo el aire:
-Es un destino muy curioso el nuestro.
A costa de tanto nos prestamos para construir formas y más forma, nos volvemos esclavos de nuestra obra y perdemos nuestra libertad
No te quejes, dijo el agua, pues estamos obedeciendo a la Ley y es un Divino Placer servir a la Creación.
Por otro lado, no perdimos nuestra libertad; tú corres de un lado a otro, a tu voluntad, el hermano fuego, entra y sale por todas partes sirviendo la vida y la muerte.
Hago lo mismo.
-En todo caso, soy yo quien debería quejarse-dijo la tierra-pues estoy siempre inmóvil, e incluso sin mi voluntad, doy vueltas y más vueltas, sin descansar en el mismo espacio.
-No entristezcan mi felicidad al vernos -volvió a decir el fuego- con discusiones superfluas.
Es mejor festejar estos momentos en que nos encontremos fuera de la forma.
Regocijémonos a la sombra de estos árboles y a la orilla de este lago formado por nuestra unión.
Todos lo aplaudieron y se entregaron al más feliz compañerismo.
Cada uno contó lo que había hecho durante su larga ausencia, las maravillas que habían construido y destruido.
Cada uno se enorgullecía del otro por haberse prestado para que la Vida se manifieste a través de formas siempre más bellas y más perfectas.
Y más se regocijaron, pensando en la multitud de veces que se unieron fragmentariamente para su trabajo.
En medio de tan gran alegría, recordaron algo que los entristecía: el hombre.
Ah! Como él era ingrato, todos repararon que el hombre se portaba con ingratitud y violencia, desvalorizando todos los milagros a su alrededor.
Lo habían construido con sus más perfectos y puros materiales, y el hombre abusaba de ellos, sobre explotándolos.
Sintieron el deseo de retirar su cooperación y privarle de realizar sus experiencias en el plano físico. Sin embargo, decidieron no castigarlos y centrarse en las cosas positivas. Así que la alegría volvió a reinar entre los cuatro hermanos.
Al acercarse el momento de separarse, pensaron en dejar un recuerdo que perpetuara a través de las edades la felicidad de su encuentro.
Resolvieron crear algo especial que, compuesta de fragmentos de cada uno de ellos armónicamente combinados, fuese también la expresión de sus diferencias e independencia, y sirviera de símbolo y ejemplo para el hombre, para el despertar de la conciencia.
Después de mucho pensar, decidieron crear una planta con raíces largas sobre la tierra, que pueda crecer sobre el agua, que brillará limpia como el fuego y llegará a la plenitud del aire. Cada uno contribuyó con su don para la creación de la planta.
-Yo pondré los mejores esfuerzos de mis entrañas -dijo la tierra- y alimentaré sus raíces.
-Yo pondré las mejores gotas de mis pechos -dijo el agua- y haré crecer a sus vástagos.
-Yo pondré mis mejores brisas -dijo el aire- y tonificaré la planta.
-Yo pondré mi calor a través del sol -dijo el fuego- para impulsar su florecimiento y dar a sus pétalos los colores más hermosos. Dicho y hecho.
Los cuatro hermanos comenzaron su obra. Fibra sobre fibra fueron construidas las raíces, el vástago, las hojas y las flores.
El sol la bendijo y la planta entró en la flora regional, saludada como reina.

Cuando los 4 elementos se separaron, La Flor de Loto brillaba en el lago en su belleza inmaculada, y servía al hombre como símbolo de la perfección y pureza de toda la Creación.
La FLOR DE LOTO recorre los cuatro elementos de la naturaleza de la tierra, el agua, el aire y el fuego. Nace desde el fondo de un estanque sobre la tierra, crece y pasa a través del agua, para después entrar en contacto con el aire al salir de ella, para finalmente abrirse ante la presencia del fuego, es decir la luz solar.
