LEYENDA DEL ALGARROBO

Por Susana Otero
Dicen que dicen...que entre los herederos de Inti había un pueblo aborigen que vivía exitosamente feliz, se alimentaban de los frutos y cultivaban la tierra y usaban sus plantas como medicina, sanos vivían.
Pero la opulenta riqueza, sin hacer demasiados sacrificios pronto les hizo olvidar a la Pachamama, dejaron de rendirle culto y ya nadie labraba sus tierras.
Solo dedicaban su tiempo a fiestas y diversiones.
La hija del cacique se llamaba Tuca. Ella era consciente de la conducta desenfrenada de la comunidad y le imploraba a la Pachamama que no desatara la ira sobre ellos.
Inti, el sol estaba enojado, más bien furioso y envió sus rayos tan poderosos que la tierra ardió, quemó las reservas de los granos y secó ríos y arroyos.
Tuca pudo ver ancianos y niños hambrientos, la desnutrición hacía estragos.
Ella era incapaz de soportar tanto dolor, desesperada hizo ofrendas a la Madre Tierra,
Encendió una fogata, quemó hierbas aromáticas y luego elevó sus rogativas vencida por el llanto.
Entonces, agotada, se quedó dormida. En sus sueños se presentó la mismísima Pachamama y en él le pedía que no se dejase vencer, que juntara los frutos del árbol que en sus sueños la cobijaba. -Ellos salvarán a tu pueblo de la hambruna-.
Al despertarse, Tuca elevó su vista y pudo ver que del copioso árbol que le regalaba su sombra colgaban vainas marrones y que, debido a su forma, nada haría pensar, que en su interior habría semillas altamente alimenticias.
De esta forma conocieron al algarrobo que los salvó del hambre y desde ese día aprendieron a utilizar sus semillas de diferentes formas.
Nunca
más dejaron de rendir culto a la Pachamama porque ella los salvó de la
perdición.
Adaptaciones e ilustración, Susana Otero
