Niños en la mira
Los niños y niñas son objeto de ataques en los conflictos de todo el mundo, una nueva normalidad mortífera que no podemos aceptar

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Según prácticamente todos los indicadores, el 2024 ha sido uno de los peores años registrados para los niños y niñas que viven en zonas de conflicto desde que existe UNICEF. Hoy, a nivel mundial, más de uno de cada seis niños vive en zonas afectadas por conflictos y debe hacer frente a agresiones inconcebibles.
Los niños y las niñas no son los que empiezan las guerras, pero son quienes más las sufren. Tienen más probabilidades que los adultos de morir o de sufrir mutilaciones a causa de las armas explosivas. Dejan de disfrutar de la protección y de la atención de sus familiares y amigos. Son secuestrados de sus hogares, reclutados por grupos armados y sufren violencia sexual. Sus escuelas y hospitales quedan destruidos, y son muchos los que no pueden acceder a una ayuda esencial simplemente por ser quienes son o vivir donde viven.
No podemos permitir que toda una generación de niños y niñas se convierta en un daño colateral de las guerras que acontecen en el mundo. Lugares como Haití, Myanmar, el Estado de Palestina, Sudán o Ucrania son solo algunos ejemplos.
Nos negamos a aceptar esta nueva normalidad mortífera.

Para empezar, los ciudadanos de todo el mundo podemos negarnos a ignorar el sufrimiento infantil o a guardar silencio cuando se producen ataques contra niños y niñas porque los conflictos nos parecen muy lejanos o fruto de cuestiones políticas demasiado complejas.
Debemos repetir una y otra vez a los dirigentes, a nivel nacional e internacional, que uno de los pilares de nuestra humanidad compartida se funda en proteger a los niños y niñas atrapados en conflictos que de ninguna manera han contribuido a crear.
Debemos exigir un liderazgo capaz de tomar medidas rotundas para prevenir y detener los ataques y la violencia contra los niños y niñas que viven en zonas de guerra.
En los lugares asolados por conflictos, todas las partes beligerantes deben actuar para cumplir con su obligación de proteger a la infancia. Las partes en conflicto deben acabar con los ataques que causan la muerte o daños a los niños y niñas, que destruyen sus hogares, hospitales y otras infraestructuras privándolos de los servicios que necesitan. Los actores beligerantes deben detener los secuestros, la violencia sexual y el reclutamiento de los niños y niñas durante los conflictos.
Las partes beligerantes deben permitir en todo momento que los niños y niñas puedan acceder de forma segura a servicios de protección y suministros esenciales, lo que implica tomar medidas para prevenir y detener las agresiones contra los trabajadores humanitarios que arriesgan sus vidas para salvar y proteger las de los niños y niñas.
Las comunidades de zonas afectadas por conflictos deben recibir ayuda con vistas a crear entornos protectores para todos los niños y niñas, teniendo en cuenta los peligros a los que se enfrentan según su edad, género, discapacidad y condición jurídica.
Los gobiernos con influencia en las partes beligerantes deben aprovechar ese poder para conseguir que los niños y niñas reciban protección con respeto a lo que exige el derecho internacional, y reforzar su labor diplomática para prevenir y detener las violaciones contra la infancia.
Los gobiernos y otras entidades que apoyan a las partes beligerantes deben garantizar que toda la ayuda suministrada respeta las exigencias legales nacionales e internacionales que les obligan a proteger las vidas y el bienestar de los niños y niñas en los conflictos.
Los organismos responsables de la paz y la seguridad internacionales, como el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y las organizaciones regionales, deben volver a emprender acciones conjuntas para que en todo momento prime la seguridad y el bienestar de los niños y niñas atrapados en medio de los conflictos armados, como intervenciones diplomáticas proactivas para acabar con los enfrentamientos.
Es urgente que la comunidad internacional incremente la inversión en programas dedicados a proteger a los niños y niñas afectados por los conflictos. También es necesario invertir más en medidas que permitan llevar un seguimiento y un registro de las violaciones contra la infancia y desarrollar acciones de promoción para prevenirlas y ponerles fin para siempre.
Si queremos preservar nuestra humanidad compartida, todos debemos contribuir a proteger a la infancia de los horrores de la guerra y acabar con esta "nueva normalidad" mortífera de ataques contra los niños y niñas.
La infancia no puede esperar. Debemos actuar de inmediato.
Seis violaciones graves de los derechos de la infancia en tiempos de guerra

Así es como los niños se han convertido en el principal objetivo de los conflictos armados
Asesinatos, mutilaciones, secuestros, violencia sexual, reclutamiento en grupos armados y ataques a escuelas, hospitales e instalaciones de agua esenciales: los niños que viven en las zonas de conflicto de todo el mundo siguen sufriendo ataques a una escala aterradora.
Para monitorear, prevenir y frenar con mayor eficacia los ataques contra los niños, el Consejo de Seguridad de la ONU identificó y condenó las siguientes seis violaciones graves contra los derechos de la infancia en tiempos de guerra: el asesinato y la mutilación de niños; el reclutamiento y el uso de niños por parte de fuerzas y grupos armados; los ataques a escuelas y hospitales; las violaciones y otros actos de violencia sexual contra los niños; y la denegación a los niños de acceso a la ayuda humanitaria.
El derecho internacional humanitario obliga a las fuerzas y grupos armados a tomar medidas para proteger a los civiles, incluidos los niños, que son especialmente vulnerables en tiempos de guerra.

1. El asesinato y la mutilación de niños
Se producen cuando los niños son el objetivo directo o indirecto de los ataques, y puede incluir acciones como la tortura. La muerte y la mutilación de niños pueden producirse como consecuencia del fuego cruzado, las minas, las municiones de racimo, los artefactos explosivos improvisados u otros dispositivos, o en el contexto de operaciones militares, demoliciones de casas, campañas de búsqueda y captura o atentados suicidas.
Los daños causados a los niños y niñas se producen a menudo como consecuencia de ataques directos o de ataques en los que no se ha distinguido adecuadamente entre objetivos civiles y militares y en los que las partes en conflicto incumplen sus obligaciones en virtud del derecho internacional humanitario, en particular los principios de distinción y proporcionalidad, y el requisito de tomar todas las precauciones posibles para evitar, o en cualquier caso minimizar, la pérdida de vidas civiles.

2. El reclutamiento y el uso de niños por parte de fuerzas y grupos armados
Se refiere al reclutamiento o alistamiento forzoso o voluntario de niños en cualquier tipo de fuerza o grupo armado. Las fuerzas y grupos armados reclutan a niñas y niños para que desempeñen diversas funciones, como combatientes, cocineros, porteadores, mensajeros y espías, o para explotarlos sexualmente.
Los casos confirmados representan solo una pequeña parte del número total de niños –incluidas las niñas– que se cree están involucrados en fuerzas y grupos armados en todo el mundo. En el caso de las niñas, hay menos probabilidades de identificarlas y liberarlas formalmente. Por otro lado, las enseñanzas extraídas de los programas de desmovilización apuntan a que ellas tienden a abandonar las fuerzas y los grupos armados de manera discreta e informal y a ocultar su experiencia a la comunidad por miedo a ser estigmatizadas.

3. Los ataques a escuelas y hospitales
Implican el ataque a instalaciones educativas o médicas con el objetivo de destruirlas parcial o totalmente. Las escuelas y los hospitales deben ser espacios protegidos donde los niños se sientan seguros, incluso en tiempos de conflicto. Sin embargo, los repetidos ataques a estas instalaciones ponen de manifiesto el impacto catastrófico de los conflictos armados sobre los derechos de los niños, incluidos los de la educación y la salud.
Estos ataques no solo ponen en peligro la vida de los niños, sino que también interrumpen su aprendizaje y limitan su acceso a la atención médica, lo que puede tener efectos permanentes en su educación, sus perspectivas económicas y su salud en general.

4. La violación y otros tipos de violencia sexual contra los niños
La violencia sexual relacionada con los conflictos se utiliza a menudo como táctica de guerra y sigue siendo una de las violaciones más alarmantes de los derechos de la infancia. La violación y otros tipos de violencia sexual contra los niños también incluyen la esclavitud sexual o la trata de personas, la prostitución forzada, la esterilización, el embarazo o el matrimonio forzados, o la explotación o el abuso sexual de los niños. En algunos casos, la violencia sexual se utiliza intencionadamente para humillar a la población u obligar a las personas a abandonar sus hogares.
La violencia sexual afecta de forma desproporcionada a las niñas. La violación es la forma más frecuente de violencia sexual, pero las niñas también son sometidas a matrimonios forzados y utilizadas para otras formas de explotación sexual, incluso cuando están asociadas con partes en conflicto, después de ser reclutadas. La estigmatización generalizada de la violación y la violencia sexual es la razón por la que este problema al que se enfrentan los niños y las niñas en los conflictos no se denuncia lo suficiente.

5. El secuestro de niños y niñas
Se refiere a la captura, la detención o la desaparición forzada de un niño, ya sea temporal o permanentemente. Tanto si es intencionadamente violento como si se trata de ejercer represalias, de infundir miedo a la población o de reclutar por la fuerza o explotar sexualmente a los niños, el secuestro es una de las violaciones más extendidas que se cometen contra los niños en situaciones de conflicto armado.
Los varones representan las tres cuartas partes de los secuestros de niños confirmados. Sin embargo, las niñas también corren el riesgo de ser secuestradas, especialmente con fines de violencia y explotación sexual. En muchos casos, los niños secuestrados son también víctimas de otras violaciones graves, como asesinatos, mutilaciones, violencia sexual o reclutamiento por parte de grupos armados. También pueden ser retenidos como rehenes o detenidos arbitrariamente.

6. La denegación del acceso humanitario a los niños
Es la obstrucción y privación intencionada por parte de los beligerantes de la asistencia humanitaria esencial para la supervivencia de los niños, impidiendo incluso que los agentes humanitarios u otros agentes pertinentes accedan a los niños afectados por situaciones de conflicto armado y les presten asistencia.
Las partes en conflicto suelen negar a los agentes humanitarios el acceso a los necesitados o tratan de evitar que la ayuda no llegue a la población civil. También se niega la ayuda a los civiles cuando los trabajadores humanitarios son un objetivo de guerra o se les considera una amenaza.
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